martes, 26 de junio de 2012


LECTURA DE UNA OBRA DE·LEXICOGRAFÍA HISTÓRICA


A continuación se presenta un artículo sobre lexicografía histórica, publicado en Presente y Pasado. Revista de Historia. Año 9. Volumen 9. Nº17.Enero-Junio, 2004, cuyo autor es Enrique Obediente Sosa, profesor de la Universidad de Los Andes, miembro correspondiente de la Academia
Venezolana de la Lengua. Entre sus publicaciones destacan Fonética y Fonología (ULA) y Biografía
de una lengua: Nacimiento, desarrollo y expansión del español (LUR, Asociacion de Editoriales
Universitarias de América Latina y el Caribe).

LÉXICO DEL VESTIDO EN DOCUMENTOS
MERIDEÑOS DEL SIGLO XVII

Resumen
En este trabajo presento el léxico del vestido
encontrado en documentos producidos en la
antigua Provincia de Mérida, durante el
tiempo que dependió de la Audiencia de Santa
Fe. El corpus analizado es el de Documentos
para la Historia Lingüística de Mérida
(Venezuela) – Siglos XVI-XVII, colección de
37 documentos en transcripción paleográfica,
ocho de los cuales contienen vocablos que
forman parte del léxico de la vestimenta de la
época. Los resultados del análisis dan 29
vocablos pertenecientes a la indumentaria,
más 17 términos que designan diversas telas.
Como conclusiones generales del estudio
puedo señalar las siguientes: 1ª) El léxico
del vestido registrado en los documentos
analizados indica que la prendas de vestir
utilizadas en las Indias eran las mismas que
estaban en uso en la Península, excepto dos,
que son prendas de origen americano. 2ª) A
partir de los documentos estudiados se
infieren datos de tipo social relacionados no
tanto con las prendas mismas como con la tela
con que se confeccionaban. 3ª) De los
vocablos que designan prendas de vestir y
adornos continúan aún en uso en Venezuela
10 (4 con el mismo significado que tenían en
el siglo XVII, 6 con uno que difiere de aquél
debido al cambio sufrido por el referente). 4ª)
De los términos relativos a las telas
mencionadas en los documentos está en uso
el 29%, que corresponde a los que designan
telas naturales que todavía son utilizadas en
la confección.
PALABRAS CLAVE: léxico, vestido,
Mérida, siglo XVII.

INTRODUCCIÓN
Con ese estilo tan suyo de definir las voces de nuestra lengua,
Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana o
Española1 dice, respecto de la vestidura o vestido, lo siguiente:
Todas las naciones han usado vestiduras propias, distinguiéndose
por ellas unas de otras; y muchas han conservado su hábito por gran
tiempo. A los españoles en este caso nos han notado de livianos,
porque mudamos traje y vestido fácilmente. Y así el otro que se hacía
loco, o lo era, andaba hecho pedazos y traía al hombro un pedazo de
paño, y preguntándole por qué no se hacía de vestir, respondía que
esperaba a ver en qué paraban los trajes. Solos los labradores, que no
salen de sus aldeas, han durado más en conservar el traje antiguo,
aunque ya esto también está estragado. […] No es instituto mío tratar
de reformaciones, pero notorio es el exceso de España en el vestir,
porque un día de fiesta el oficial y su mujer no se diferencian de la
gente noble.
Si en épocas pretéritas cada una de las naciones se distinguía
por sus vestiduras propias, era de esperarse que, cuando las europeas
inician el proceso de conquista y colonización de territorios en otros
continentes, junto con todos los demás elementos materiales,
ideológicos e institucionales, llevaran también sus propios hábitos de
cubrir el cuerpo y de manifestar con ello las diferencias sociales
vigentes para la época. Y así lo hizo España.
La historia nos enseña que las piezas esenciales de la
indumentaria en España para el momento de la colonización de
América eran la camisa, la saya (o el sayo) y la capa. La camisa
iba directamente sobre la carne, era, lo que diríamos hoy, la ropa
interior; dice Covarrubias que era “La vestidura de lienzo que el hombre
trae debajo de la demás ropa, a raíz de las carnes. […] y es así, que
para dormir nos despojamos de la demás ropa y sólo nos quedamos
con la camisa”. Sobre la camisa, el español se ponía la “vestidura
que recoge y abriga el cuerpo”, es decir, el sayo, de donde se dijo
“saya”: “el vestido de la mujer de los pechos abajo” (Covarrubias). El
primer diccionario de la Real Academia Española, el llamado de
Autoridades2, es un poco más explícito al definir estas prendas; en
efecto, de “saya” dice que es la “ropa exterior con pliegues por la
parte de arriba, que visten las mugeres, y baxa desde la cintúra à los
pies”; el “sayo”, por su parte, es una “casaca hueca, larga, y sin
botones, que regularmente suele usar la gente del campo, ù de las
Aldeas”, pero –añade– “se toma tambien en estilo familiar por qualquier
vestido” 3. Sobre la saya se colocaba la capa cuando se salía de casa.
A esas prendas básicas se añadían otras cuando se estaba en sociedad,
las cuales, según los diversos adornos añadidos y la calidad y color de
las telas empleadas, marcaban las diferencias sociales. Así, mientras
los pobres se vestían con ropa de la tierra, es decir, del lugar,
elaborada con burel, sayal o picote, por ejemplo, los que podían pagar
más lo hacían con lienzo de Holanda, con paño de Ypres o con raso,
damasco o terciopelo. Si el de menos recursos llevaba, por lo general,
prendas de color blanco, negro o pardo, los grupos altos de la sociedad
española se ataviaban con piezas de colores fuertes y chillones.
Toda esta cultura del vestido se trasladó a las Indias, pero,
como era de esperarse, hubo diferencias en los diversos territorios
según las condiciones climáticas, su posición relativa en la estructura
administrativa colonial y según el peso relativo de las diversas
civilizaciones amerindias que, en menor o mayor grado, según los
casos, influyeron también en el modo de vestir de las sociedades
coloniales.

CORPUS
En este trabajo presento el léxico relativo al vestido encontrado
en documentos escritos en la antigua Gobernación y Capitanía
General de Mérida, durante el tiempo que dependió de la Audiencia
de Santa Fe de Bogotá4. El corpus analizado es el de los Documentos
para la Historia Lingüística de Mérida (Venezuela) – Siglos XVIXVII5.
Esta colección, que se inscribe en el proyecto Estudio Histórico
del Español de América y Canarias auspiciado por la Asociación
de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL), consta de la
transcripción paleográfica de 37 documentos (escritos entre 1564 y
1657) pertenecientes a los fondos del Archivo General de Indias, del
Archivo General del Estado Mérida y del Archivo Nacional de Colombia.
En ocho de esos documentos hay vocablos que forman parte
del léxico de la vestimenta de la época, a saber6:
14) Testamento de Francisco de Vera (30 de enero de 1620);
17) Concierto entre Alonso Vásquez y un mozo mestizo llamado
Juan Sánchez (15 de enero de 1621);
19) Obligación: Luis Fernández debe 750 pesos por ropa y
menudencias (11 de agosto de 1621);
22) Promisión de dote (22 de octubre de 1621);
25) Carta de dote (3 de enero de 1622);
27) Testamento de Antonio Ruiz (2 de marzo de 1622);
29) Testamento de Juana de Morales (6 de abril de 1622);
32) Concierto de aprendiz de sastre (12 de agosto de 1622).
Para conocer la realidad denotada por los términos encontrados
en el corpus, recurrí al Tesoro de Covarrubias y al Diccionario de
Autoridades. Con la consulta de la 22ª edición del Diccionario de la
Real Academia Española (DRAE)7 pude constatar la vigencia o no
(al menos “académica”) de los vocablos del corpus. Consulté finalmente
el Diccionario del Español de América de Morínigo8, el Diccionario
de Venezolanismos de la Universidad Central de Venezuela y el
Diccionario del habla actual de Venezuela9 de Núñez y Pérez10
con la finalidad de ver la pervivencia de esas palabras en el uso hodierno
de la lengua en su variedad venezolana y obtener eventualmente otras
informaciones que pudieran resultar interesantes.
Veamos en primer lugar lo que cada uno de esos documentos
nos ofrece respecto a la indumentaria del momento.
Testamento de Francisco de Vera (ff. 28r-35r)
Francisco de Vera se nos presenta en su testamento como un
rico mercader oriundo de Soria, provincia española en la que posee
bienes raíces y ganado. Morador de Tunja y de paso por Mérida en el
Nuevo Reino de Granada, declara ser propietario en las Indias de
estancias y cacaotales. En este documento encontramos varios
elementos léxicos del área de la vestimenta que aparecen separados
en dos grupos: el primero corresponde al de sus propias prendas; el
segundo, al de una mercancía que trajo de Tunja.
Respecto a su propia ropa, dice en su testamento lo siguiente:
-yten declaro por bienes mios vn bestido entero de pano morisquillo
/ capote calsones y rropilla
-yten otro bestido de gergeta piel de rrata, capote calsones y rropilla
ya ttraydos anbos bestidos que son de mi bestir
-yten vn calson y rropilla de pano de camino ya ttraydo
-yten quattro camisas de rruan y tres pares de calsones dos de ruan y
vnos de lienco
-yten dos panos de manos vno de ruan y ottro de lienço de la tierra ya
vzados y lo propio las camisas (f. 31v).
Sobre la que trajo para mercadear, dice:
-yten declaro que yo ttraje en mi poder cierta cargazon que saque de
la ciudad de tunja, de rropa de batan // como son frisos gergetas de la
tierra sayales camisetas de lana y mantas de lana chunbes y conserba
de guayaba y sonbreros pimienta seda tafetanes y damasquillos de la
china y vn pano de quito moresquillo (ff. 31v-32r). …y sinco sonbreros
de honbre y de clerigo todos ellos aforrados y con sus toquillas (f. 33r).
El mercader trajo de Tunja, entre otras cosas, chumbes: ¿usaban
esta prenda autóctona los colonos blancos? ¿O solo los indígenas?
Llama la atención que la palabra no aparezca en ningún otro
documento ni como ropa propia del declarante ni como dote. Cabría
pensar en que solo lo llevaran los naturales del lugar. Chumbe es
palabra que no registran ni Covarrubias, ni Autoridades ni Corominas
y Pascual; el DRAE dice que es de origen quechua y la define como
‘ceñidor’; Morígino, por su parte, señala que en algunos países, entre
los cuales Venezuela, vale también por ‘refajo’, aunque debo advertir
que la voz no aparece en ninguno de los diccionarios de
venezolanismos.
Concierto entre Alonso Vásquez y un mozo mestizo
llamado Juan Sánchez (ff. 76R-76V)
En este documento se establece que Alonso Vásquez, morador
de la ciudad de Mérida, se compromete a enseñar el oficio de zapatero
al joven mestizo Juan Sánchez y a darle, durante el tiempo establecido
en el concierto, “ropa de la tierra”. Pero
al cabo de los dos años qunplidos se obliga ansi mismo a dalle al
dicho Joan sanchez, vn bestido de gergeta de castilla capote calson y
rropilla (f. 76r).
Es interesante el hecho de que durante el aprendizaje reciba
ropa de la tierra pero una vez concluido este, el maestro se
comprometa a darle un vestido de jergueta de Castilla, es decir, algo
de más calidad.
Obligación: Luis Fernández debe 750 pesos por ropa y
menudencias (ff. 121v-122v)
Este documento trata de la obligación que reconoce el tratante
Luis Fernández de pagar al mercader Lorenzo López de Aguilar 750
pesos,
los quales proceden de ottros tantos que el suso dicho me dio en
rropa de batan que sentiende pañetees rrajuelas sayales fresadas
mantas de lana, y blancas camisetas sonbreros del rreyno y ottras
cozas de menudençias (f. 121v).
Promisión de dote (ff. 170r-174r)
Alonso Sánchez de Castañeda y su mujer Jerónima de Oviedo,
vecinos adinerados de la ciudad de Mérida, le dan a Luis Arias
Zambrano en dote y casamiento con su entenada e hija,
respectivamente, doña Ambrosia de Oviedo, tierras, huertas, muebles
y la ropa siguiente:
-yten vn bestido saya y rropa de damasquillo de china guarnesido
// con pasamanos de seda […]
-yten vn poncho de seda carmesi con sus punos […]
-yten ottro poncho de seda azul […]
-yten ttres gorgeras blancas […]
-yten vna camisa y vnos calsones de rruan […]
-yten dos camisas de muger de rruan […] (ff. 171r-171v).
Nótese que en este inventario aparece una prenda de origen
americano: el poncho, ese abrigo que los americanos de las tierras
altas siguen usando todavía en la actualidad. Pero contrariamente a
lo usual, el del documento no está hecho de lana o de algún otro tejido
grueso sino de seda; se trata, probablemente, de una prenda que sería
utilizada más como adorno que como abrigo.
Carta de dote (ff. 188r-191r)
En este documento Antonio de Sigura, morador de Mérida,
reconoce que recibió en dote, al casarse con María de La Cruz,
lencería, joyas, casas, caballos y la ropa que a continuación se enumera:
-primeramente dos best [sic] // de muger el vno de perpetuan azul
guarnesidos de pasamanos naranxados rropa y saya con jubon de
tela morado y el otro bestido de gergeta parda el vno con otro jubon
de telilla […]
-yten ottro bestido berde de çolor limonnado llano saya y rropa de
muger y jubon llano […]
-yten vn manto de lustre […]
-yten vna camama [sic por ‘camada’] de mantas del rreyno blancas
con sus fluecos […]
-yten vn gaban de seda y oro con puntas de oro […] (ff. 188r-189r).
Sin duda alguna se trata de gente adinerada. Las prendas
son de color, hay un manto de lustre y, cosa extraña, un gabán de
seda! Del gabán dice Covarrubias que es un capote cerrado “del cual
usa la gente que anda en el campo y los caminantes”, y añade
Autoridades que es “hecho de paño gruesso y basto”. Obviamente
el de nuestro documento no es exactamente eso, pues es de “seda y
oro” y, por si fuera poco, tiene adornos lujosos: “puntas de oro”, es
decir, ese tipo especial de encaje elaborado con hilos de oro. Quizá se
trate entonces de un abrigo ligero que, manteniendo la forma del gabán
original, tenía un uso y connotaciones sociales distintas gracias a su
confección con otros materiales.
Testamento de Antonio Ruiz (ff. 200r-208r)
Este vecino y encomendero de Mérida se nos muestra en su
testamento como un gran deudor. Ello no obstante, declara poseer
ganado, “vn pedaco de tierra”, armas y diversos utensilios. En una
parte ordena que
se les de a los yndios de mi encomienda de la quebrada a cada yndio
vna camiseta de lana o de lienço […] (f. 204v),
y más adelante declara su propia ropa:
-yten vn bestido de mi traer capote y rropilla y calson de perpetuan
negro. digo que el capote es de pano negro y la rropilla y los calsones
de perpetuan, / y ansi mismo vn sonbrero negro del reyno nuevo con
su toquilla
-yten dos quellos de mi traer ya biejos
-yten vn capote biejo // digo vn bestido de gergeta biejo de mi traer
rropilla y calson
-yten dos pares de medias de seda negras y ottras dos y vna ligas
[sic] biejas de tafetan negro (f. 205v).
Testamento de Juana de Morales (ff. 231r-241r)
Juana de Morales es una vecina de Mérida, viuda, que, aunque
manifiesta poseer casa, ganado y tierras, declara tener igualmente
muchas deudas, y en su testamento no deja más limosnas como quisiera
“respeto de mi mucha proveza [sic] y necesidad y devdas” (f. 232r).
Entre sus bienes declara los siguientes:
-yten una saya de paño asul i un monjil de perpetuan negro y un
manto de anascote
-yten dos tocas de lino de biuda (f. 236v).
Y entre los bienes que dio en dote a su yerno por el casamiento
de su hija enumera lo que sigue:
Le e dado una saya de raço roçado guarnecida y corpiñes [sic]
de tela […]
[…] y ansi mismo a rezeuido otro uestido de muger de razo
blanco […]
/ yten le e dado otro uestido de jergeta verde de muger ropa i saco
corpiño i mangas (f. 238r).
= mas dos tocas de ceda […] = vn manto de soplillo […] = mas quatro
camissas de ruan de muger labradas de seda i hilo […] – mas dos
camissas de rruan de hombre (f. 238v).
[…] y dos calçones de ruan (f. 239r).
Lexico del vestido en ..., Universidad de los Andes, pp, 162- 183
Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17.
Enero-Junio, 2004.
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Concierto de aprendiz de sastre (ff. 277r-278r)
En este documento Martín de León se compromete a enseñarle
el oficio de sastre a un muchacho pobre y huérfano de nombre Alonso
Martín, y a darle “ropa de la tierra” (f. 277r) durante el entrenamiento,
pero al cabo de los cinco años estipulados en el concierto se obliga a
más:
[…] le dara vn bestido de gergeta de castilla que sentiende capote
rropilla calson jubon de sebilla medias destanbre y sapatos y sonbrero
de castilla v del reyno de los buenos (f. 277v).
Como se ve, buena ropa, hecha con tela de la Península (de
Castilla y de Sevilla) o del sitio, “del reyno”, pero buena.
2. ANÁLISIS
Antes de entrar a ver el conjunto de elementos léxicos
encontrados en los documentos analizados quisiera llamar la atención
sobre un hecho social general que revelan esos escritos: la ropa
declarada en los testamentos como propia es escasa y modesta,
mientras que la declarada como dada en dote es más abundante y,
sobre todo, más rica.
El análisis efectuado permite establecer la siguiente lista de
vocablos correspondientes a diversas prendas de vestir y adornos,
entendiendo por esto último aquellos elementos no esenciales a la
misma prenda pero que sirven para hermosearla, como encajes, flecos,
etc., y los que como tales eran considerados en aquella época, como
cuellos y gorgueras, por ejemplo; son los marcados con un *
postpuesto: calzón, camisa, camiseta, capote, chumbe, corpiño,
cuello*, flueco*, gabán, gorguera*, jubón, liga*, manga, manta,
manto, media, monjil, pañetes, pasamano*, poncho, punta*,
puño*, ropa, ropilla, saco, saya, sombrero, toca, toquilla*.
Podemos separar los diversos vocablos que denotan prendas
en tres grandes grupos:
a) Vocablos cuyo significado remite a una prenda actualmente
en desuso: calzón, capote, corpiño, jubón, monjil, pañetes, ropa,
ropilla, saya. (Nótese que incluyo ropa no con el valor genérico
sinónimo de ‘vestido’ sino con el de “vestidura suelta y larga que se
llevaba sobre la ceñida y justa al cuerpo”). En Anexo doy la definición
de las prendas que aparecieron en el corpus y que hoy están en desuso
tal como la presentan los diccionarios consultados. Con ello pretendo
que el lector tenga una idea de lo que fueron tales objetos de la
indumentaria de tiempos pasados.
b) Vocablos cuyo significado es el mismo en el siglo XVII y en
la actualidad: media, poncho, ropa, sombrero. (En este apartado,
ropa sí equivale a ‘vestido’ en general, valor que también tenía el
término para aquella época).
De estos vocablos merecen un comentario particular media y
poncho. Aunque tanto Autoridades como el DRAE señalan que la
“vestidura de la pierna” es una prenda que llega hasta la rodilla o más
arriba, en Venezuela la palabra designa tanto lo que el uso peninsular
llama ‘media’ como lo que llama ‘calcetín’; lo esencial en la significación
de ‘media’ en el español venezolano es que se trata de la vestidura
del pie y parte de la pierna, sin distinguir hasta qué parte de esta; más
aún, puede incluso cubrir el muslo, como es el caso de las medias
femeninas. En cuanto a poncho, es, como sabemos, una prenda de
vestir de origen americano. La voz es usual en el español venezolano,
sobre todo en las tierras altas de la Cordillera de los Andes, región
montañosa donde se asienta la ciudad de Mérida. No está registrada
ni en Covarrubias ni en Autoridades a pesar de que, según Corominas
y Pascual, está documentada desde 153011.
Lexico del vestido en ..., Universidad de los Andes, pp, 162- 183
Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17.
Enero-Junio, 2004.
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c) Vocablos cuyo significante se conserva pero remitiendo a un
referente distinto: camisa, camiseta, gabán, manga, manta, saco
La camisa era en aquella época una prenda interior tal como
nos informan Covarrubias y Autoridades:
Cov. La vestidura de lienzo que el hombre trae debajo de la demás
ropa, a raíz de las carnes. […] y es así, que para dormir nos despojamos
de la demás ropa y sólo nos quedamos con la camisa.
Aut. La vestidura de lienzo, fabricada regularmente de lino, que se
pone en el cuerpo inmediata à la carne, y sobre la qual assientan los
demás vestidos.
La camiseta, por su parte, era una “camisa corta, y con mangas
anchas” (Aut.). Respecto a esta prenda vale la pena mencionar el
hecho de que en la región zuliana es, además de lo que se designa hoy
con ese nombre, una “prenda de vestir, de largo variable, formada
generalmente de una sola pieza, que usan las mujeres para dormir”12.
Si actualmente el gabán es un tipo de abrigo como el sobretodo,
en siglos pasados fue una prenda rústica; veamos lo que al respecto
dicen Covarrubias y Autoridades:
Cov. Capote cerrado con mangas y capilla, del cual usa la gente que
anda en el campo y los caminantes; y algunos en la ciudad se sirven
dellos por ropa por casa.
Aut. Cierto género de Capóte con capilla y mangas, hecho de paño
gruesso y basto, de que usa ordinariamente la gente del campo para
defenderse de las inclemencias del tiempo.
Respecto a manga, hay que hacer la aclaratoria de que, al menos
en la Península, muchas veces eran prendas desmontables y de distinto
color que el cuerpo del traje, lo cual facilitaba la transformación parcial
del atuendo. Eran ellas, además, pieza esencial del buen vestir de la
época. De modo que, aunque ayer y hoy las mangas han servido para
cubrir los brazos, el hecho de poder ser desmontables le confiere al
término una significación que no es exactamente la misma que en la
actualidad13.
En cuanto a manta, término al que ni Covarrubias ni
Autoridades le dan una significación como prenda de vestir (ambos
señalan, en efecto, que es la cubierta ordinaria de la cama), no puedo
decir con certeza si en nuestros documentos se trata de esa cobertura
o de una prenda para abrigarse en la cama o en los viajes, o si es un
elemento constitutivo del traje14; dadas, sin embargo, algunas
referencias de carácter histórico (una de las cuales citaré más abajo),
podríamos pensar que probablemente se trate de lo último. En el
español venezolano la voz manta tiene cuatro significados: 1º) hoy
por hoy, es, por antonomasia, el vestido típico de la mujer guajira; se
trata de una túnica ancha, de mangas holgadas, que va del cuello a los
pies, confeccionada con tela de algodón estampada; 2º) también en la
Guajira es como un pañolón que forma parte de la vestimenta de los
hombres; “el padre Julián, en su libro La perla de América, publicado
en 1787, escribe que «…encima de una ‘chamarreta’ o camisa corta
de algodón llevan los guajiros sobre el hombro derecho una manta de
colores, y de algodón también, que va a la rodilla»15; 3º) en las zonas
frías de los Andes ha sido y es una prenda de algodón que se utiliza
para protegerse de las bajas temperaturas; 4º) finalmente, con el
vocablo manta se designó también en otros tiempos, sobre todo en el
occidente del país, una tela gruesa, ordinaria, de algodón. Como puede
verse, el término ha sido y sigue siendo utilizado con distintas
significaciones que tienen en común el sema [que cubre].
Finalmente saco: el significado que la voz tiene hoy en Venezuela
no es el que dan ni Covarrubias (“vestidura vil de que usan los serranos
y gente muy bárbara […] que vale lo mesmo que sayal, por ser la tela
de que se hace el saco”), ni Autoridades (“vestidura vil y áspera de
sayál de que usan los Serranos, y gente del campo, ù otros por hábito
de penitencia”) sino el que señala Morínigo (1993), a saber, una “prenda
de vestir exterior masculina con mangas, que cubre de los hombros a
media cadera, llamada americana en España. Es más larga que la
chaqueta y menos ajustada”; definición a la que hay que añadir otra
dada por el Diccionario de Venezolanismos: “prenda de abrigo corta
y abrochada por delante que usan las mujeres y los niños”. En el
documento (Testamento de Juana de Morales, f. 238r), el término
debe de hacer referencia a una prenda quizá algo tosca, gruesa
(recordemos que los merideños son serranos) mas no vil pues el saco
en cuestión forma parte de una dote junto con otros elementos
confeccionados con buena tela.
En cuanto a los adornos observamos que de los 8 que aparecen
en los documentos analizados, solo 2 mantienen su vigencia en el
español venezolano, a saber, fleco y puño (aunque poco frecuente
este último)16. En Anexo doy la definición de los adornos que
aparecieron en el corpus y que hoy están en desuso tal como la
presentan los diccionarios consultados con el fin de que se tenga una
idea de lo que fueron tales objetos en tiempos pasados.
En lo que respecta a las telas, los términos que a ellas hacen
referencia en nuestro corpus son los 17 siguientes, de los cuales solo
5 (los que aparecen subrayados) son usuales; corresponden a géneros
aún utilizados en la confección a pesar de la preponderancia moderna
de tejidos sintéticos: anascote, damasquillo, estambre, jergueta,
lana, lienzo, lino, paño, perpetuán, rajuela17, raso, ruán, sayal,
seda, soplillo, tafetán, telilla.
Es de hacer notar que, de acuerdo con los datos aportados por
nuestros documentos, las telas cuyo uso comparten tanto los adinerados
como los de pocos recursos son la jergueta y el lienzo. Hay dos géneros
que solo emplean los menos afortunados: la lana y el estambre. El
resto de las telas solo aparece en prendas de vestir de gente de las
clases superiores.
CONCLUSIONES
Los resultados del análisis dan 29 vocablos pertenecientes tanto
a la indumentaria masculina como a la femenina, más 18 términos
que designan diversas telas y estofas. Como conclusiones generales
del estudio llevado a cabo puedo señalar las siguientes: 1ª) El léxico
del vestido registrado en los documentos analizados indica que las
prendas de vestir utilizadas en las Indias eran las mismas que estaban
en uso en la Península, excepto dos, que son prendas de origen
americano: el chumbe y el poncho. 2ª) A partir de los documentos
estudiados se infieren datos de tipo social relacionados no tanto con
las prendas mismas como con las telas con que se confeccionaban.
3ª) De los vocablos que designan prendas y adornos continúan aún en
uso en Venezuela 10 (34%), 4 con el mismo significado que tenían en
el siglo XVII, 6 con uno que difiere de aquél debido al cambio sufrido
por el referente. 4ª) De los términos relativos a las telas mencionadas
en los documentos están en uso 5 (el 29%), que corresponden a los
que designan telas naturales que todavía son utilizadas en la confección.
Con este trabajo espero haber contribuido a que se conozca mejor
parte de la realidad lingüística y social de la sociedad colonial americana
en territorio de la actual Venezuela.
NOTAS BIBLIOHEMEROGRAFÍA
1 Covarrubias Orozco, Sebastián de (1611 [1995])
Tesoro de la Lengua Castellana o Española, edición de Felipe
Maldonado, Castalia, Madrid.
La edición que utilizo tiene modernizadas las grafías y la puntuación.
2 Real Academia Española (1726-1739 [1990])
Diccionario de Autoridades (edición facsímil en 3 vols.), Gredos, Madrid.
3 Nebrija también distinguía saya y sayo: “saia de muger: tunica mulieribus;
saio de varón: tunica virilis”. “Sin embargo –dicen Corominas y Pascual
(1980-1991) s.v. saya– esto parece ser secundario en vista de los varios
ejs. de saya de ombre que he citado más arriba”.
4 Dicha Gobernación o Provincia de Mérida es desprendida de la Audiencia
de Santa Fe para pasar a la de Santo Domingo en 1777, año en que pierde
la jurisdicción militar por anexión a la nueva Capitanía General de Venezuela.
Cuando en 1786 se crea la Real Audiencia de Caracas, Mérida queda bajo
su jurisdicción, con lo cual se integra totalmente a lo que hoy conocemos
como Venezuela.
5 Obediente S., Enrique (comp. y ed.) (2003)
Documentos para la historia lingüística de Mérida (Venezuela) – Siglos
XVI-XVII, en http://www.linguisticahispanica.org.
6 El número que precede al documento es el que tiene en la citada colección.
Todos ellos forman parte de los fondos del Archivo General del Estado
Mérida y se encuentran en Protocolos, Escribanías, Tomo 7, por lo cual doy
aquí solamente los folios correspondientes a cada uno.
7 Real Academia Española (2001)
Diccionario de la Lengua Española, Espasa Calpe, Madrid.
8 Morínigo, Marcos (1993)
Diccionario del Español de América, Anaya & Mario Muchnik,
Madrid.
9 Universidad Central de Venezuela - Academia Venezolana de la Lengua
(1993) Diccionario de Venezolanismos, Caracas.
10 Núñez, Rocío y Francisco J. Pérez (1994)
Diccionario del habla actual de Venezuela, Universidad Católica
Andrés Bello, Caracas
11 Para el problema de la etimología de poncho, ver Corominas y Pascual,
Corominas, Joan y José A. Pascual (1980-1991)
Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, 6 vols., Gredos,
Madrid.
12 Núñez y Pérez (1994), s.v.
13 Ver Carlé, María del Carmen (2000)
La sociedad hispanomedieval III – Grupos periféricos: las mujeres y
los pobres, Gedisa, Barcelona.pp. 92 y 133.
14 Según Corominas y Pascual (1980-1991) (s.v. manto), “el sentido primitivo
[de manta] parece haber sido ‘especie de manto’, de donde ‘manta de
viaje’ y finalmente ‘manta de cama’”.
15 En Fundación Polar (1997)
Diccionario de Historia de Venezuela, Caracas.s.v. vestido.
16 Respecto a puño, los diccionarios de venezolanismos señalan que con
este término se designaba, sobre todo en los Andes y los Llanos, una
polaina corta que cubría la pierna desde el tobillo a la rodilla y que era
independiente del zapato.
17 Nótese que la forma rajuela no está registrada como nombre de tela en
ninguno de los diccionarios consultados; es probable que se trate de
rajeta: “El paño que llaman raja, mezclado y variado de colóres”
(Autoridades).
ANEXO: Prendas y adornos de vestir actualmente en desuso
Calzón
Cov. Calzones, un género de gregüescos o zaragüelles.
Aut. El vestído que sirve para cubrir el cuerpo, desde la cintúra, hasta las corvas.
DRAE. Prenda de vestir con dos perneras, que cubre el cuerpo desde la
cintura hasta una altura variable de los muslos.
Capote
Cov. Capote, se dijo de capa; difiere en que la capa tiene la capilla cerrada,
cuadrada en la capilla y redonda debajo; el capote no la tiene, a lo menos en
esta forma; y hay muchas maneras de capotes, con capìlla redonda y cuello,
con capilla de chías, con una sola capilla que sirve de cuello.
Aut. Capa fuerte, hecha por lo regulár de albornóz, barragán, carro de oro ù
otra tela doble, la qual sirve de abrigo, ò para resistir al agua. Es de la misma
hechura que la capa, y solo se diferéncia en la manéra del cuello, que por lo
comun es redondo.
DRAE. Capa de abrigo hecha con mangas y con menor vuelo que la capa
común.
Corpiño
Cov. –
Aut. Almilla ò jubón sin mangas.
Lexico del vestido en ..., Universidad de los Andes, pp, 162- 183
Presente y Pasado. Revista de Historia. ISSN: 1316-1369. Año 9. Volumen 9. Nº17.
Enero-Junio, 2004.
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DRAE. Almilla o jubón sin mangas.
Cuello*
Cov. –
Aut. Adorno del pescuezo, que se trahía en lo antiguo, hecho de lienzo fino,
todo alechugado, cuyos pliegues se almidonaban y abrian con molde de
hierro. // Es también aquella lista que se echa en la parte superior de la capa:
y regularmente se hace de la misma tela.
DRAE. Parte de algunas prendas de vestir que rodea o cubre el cuello. //
Pieza suelta de encaje, piel, etc. que, para adorno o abrigo, se pone alrededor
del cuello.
Flueco*
Cov. Los cordoneros hacen ciertos pasamanillos tejidos, que por una parte
están cortados los hilos; y porque son muy cortitos y flojos los llamamos
fluecos.
Aut. Cierto género de passamano texido, con los hilos cortados por un lado,
que se hace de hilo, lana, seda ù otra cosa, y sirve de guarnicion en los
vestidos ù otras ropas, pegandole à las orillas. Hacense con mas ò menos
labóres, conforme al gusto de cada uno, y suelen llamarse de campanilla, de
redecilla, &c.
DRAE. desus. fleco. Adorno compuesto de una serie de hilos o cordoncillos
colgantes de una tira de tela o de pasamanería.
Gorguera*
Cov. El adorno del cuello y pecho de la mujer.
Aut. Un género de adorno de lienzo plegado y alechugado, que se ponía al
cuello.
DRAE. Adorno del cuello, hecho de lienzo plegado y alechugado.
Jubón
Cov. Vestido justo y ceñido, que se pone sobre la camisa y se ataca con las
calzas.
Lexico del vestido en ..., Universidad de los Andes, pp, 162- 183
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Aut. Vestido de medio cuerpo arriba, ceñido y ajustado al cuerpo, con faldillas
cortas, que se ataca por lo regular con los calzónes.
DRAE. Vestidura que cubría desde los hombros hasta la cintura, ceñida y
ajustada al cuerpo.
Liga*
Cov. La atapierna, cenojil o jarretera.
Aut. La cinta de seda, hilo, lana, cuero ù otra matéria, con que se atan y
asseguran las medias, para que no se caigan.
DRAE. Cinta o banda de tejido elástico, a veces con hebilla, para asegurar las
medias o los calcetines.
Manto
Cov. El que cubre a la mujer cuando ha de salir de su casa, cubriendo con él
su cabeza.
Aut. Cierta especie de velo ù cobertúra, que se hace regularmente de seda,
con que las mugéres se cubren para salir de casa, el qual baxa desde la
cabéza hasta la cintúra, donde se ata con una cinta, y desde alli queda
pendiente por la parte de atrás una tira ancha, que llega à igualar con el ruedo
de la basquiña, y se llama Colilla. Dásele diferentes nombres, según la
diferencia de telas de que se fabrican: como Manto de humo, de gloria, de
soplillo, de resplandór, &c. y estas mismas telas se llaman Manto.
DRAE. Especie de mantilla grande sin guarnición, que usan las señoras. //
Ropa suelta con la cual se cubrían las mujeres desde la cabeza hasta los pies.
// Prenda con que las mujeres se cubrían cabeza y cuerpo hasta la cintura.
Monjil
Cov. –
Aut. – [mongil] Se llama por semejanza [con el hábito de la monja] el trage de
lana, que usa la mugér que trahe luto: y la que no es viuda trahe pendientes
de la espalda del jubón unas mangas perdidas, que por la parte superior
estan formadas con muchos pliegues, y por la inferior (que está cortada en
un medio arco) se unen una con otra por sus puntas. A estas mangas perdidas
llaman comunmente Mongiles.
Lexico del vestido en ..., Universidad de los Andes, pp, 162- 183
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DRAE. Traje de lana que usaban por luto las mujeres. // Manga perdida
propia de este traje y de algunos otros usados antiguamente.
Pañetes
Cov. Cierto género de bragas de que usan los pescadores y curtidores y los
que andan desnudos. A éstos llaman los religiosos paños menores.
Aut. Cierto género de calzoncillos, de que usan los pescadores y curtidores,
que trabajan desnudos, para hacerlo con honestidad. Tambien usan de ellos
los Religiosos Descalzos, que no trahen camisa.
DRAE. Cierto género de calzoncillos que usan los pescadores y curtidores
que trabajan desnudos, y que también usaban los religiosos descalzos que
no llevaban camisa.
Pasamano*
Cov. La guarnición del vestido por echarse en el borde.
Aut. Un género de galón ò trencilla de oro, plata, seda ò lana, que se hace y
sirve para guarnecer y adornar los vestidos y otras cosas, por el borde ò
canto.
DRAE. Género de galón o trencilla, cordones, borlas, flecos y demás adornos
de oro, plata, seda, algodón o lana, que se hace y sirve para guarnecer y
adornar los vestidos y otras cosas.
Punta*
Cov. Puntas de oro. Puntas en las randas. [Randa: Cierta labor que se hace o
con el aguja o con los bolillos o en el telar].
Aut. Especie de encaxes de hilo, seda ù otra materia, que por el un lado van
formando unas porciones de círculo.
DRAE. pl. Encaje que forma ondas o puntas en una de sus orillas.
Puño*
Cov. En la camisa, lo que cae della sobre las manos.
Aut. En la camísa es aquel pedázo de lienzo, que unído à la boca de la manga,
ajusta la muñeca. // Se llama tambien aquel adorno hecho de lienzo, ù de
encaxes blancos alechugados, que unido ò separado de la manga de la camísa,
se pone rodeado à la muñeca. Hai de estos varias especies y hechuras,
segun las personas que los usan.
DRAE. Parte de la manga de la camisa y de otras prendas de vestir, que rodea
la muñeca. // Adorno de encaje o tela fina, que se pone en la bocamanga.
Ropa (Nótese que el término tenía una acepción genérica y otra específica)
Cov. Vale el vestido que traemos a cuestas y decimos traer poca o mucha
ropa. // La vestidura suelta que traemos sobre la que está ceñida y justa al
cuerpo.
Aut. Se toma particularmente por el vestido. // Por extension se toma por
qualquier cosa que sirve de especial abrigo. // Vale tambien la vestidura
suelta y larga, que se trahe sobre los demás vestidos ajustados al cuerpo.
DRAE. Prenda de vestir.
Ropilla
Cov. –
Aut. La ropa pobre, ù de poca estima. // Vestidura corta con mangas y
brahónes, de quienes penden regularmente otras mangas sueltas, ò perdidas,
y se viste ajustadamente al medio cuerpo, sobre el jubón.
DRAE. Vestidura corta con mangas y brahones, de los cuales pendían
regularmente otras mangas sueltas o perdidas, y se vestía ajustada al medio
cuerpo sobre el jubón.
Saya
Cov. El vestido de la mujer de los pechos abajo.
Aut. Ropa exterior con pliegues por la parte de arriba, que visten las mugeres,
y baxa desde la cintúra à los pies.
DRAE. Falda. // Vestidura talar antigua, especie de túnica, que usaban los
hombres.
Toca
Cov. El velo de la cabeza de la mujer […] En algunas partes de España no
traen los hombres caperuzas ni sombreros, y usan de unas tocas revueltas
en la cabeza, como son los vizcaínos y los montañeros.
Aut. Adorno para cubrir la cabeza, que se forma de velillo, ù otra tela delgada
en varias figuras, segun los terrenos, ò fines para que se usan. // Se llama
tambien una tela delgada, y clara de lino, ò seda especie de beatilla, de que
ordinariamente se hacen las tocas.
DRAE. Prenda de tela con que se cubría la cabeza. // Tela, especie de beatilla,
de que ordinariamente se hacen las tocas. // Sombrero con ala pequeña, o
casquete, que usan las señoras.
Toquilla*
Cov. –
Aut. Lo mismo que Toca.
DRAE. Pañuelo pequeño, comúnmente triangular, que se ponen algunas
mujeres en la cabeza o al cuello. // Pañuelo de punto, generalmente de lana,
que usan para abrigo las mujeres y los niños. // Adorno de gasa, cinta, etc.,
que se ponía alrededor de la copa del sombrero.

miércoles, 20 de junio de 2012


LEXICOGRAFÍA HISTÓRICA

Fundamentación teórica de la lexicografía histórica

   Siguiendo a Carriscondo Esquivel (2001: 15-20), podemos delimitar al interior de una determinada lengua histórica, variedades estándar y no estándar, en tanto tal delimitación representa un hecho propio de la estructura de toda lengua histórica, como simplificación del continuum que esta constituye.
   Se entiende como variedad estándar aquella que tiene entre sus propiedades, la estabilidad de la lengua mediante una codificación lo suficientemente amplia que permita dar cuenta de las innovaciones que puedan surgir en cada contexto comunicacional, así como para funcionar en las diversas redes de interacción que establecen los hablantes. Igualmente debe presentar una flexibilidad tal que pueda comprender subconjuntos de variedades funcionales propios a los diferentes componentes de la sociedad y que integre, además, diversos registros. Finalmente, la variedad estándar ha de ser susceptible de intelectualización, esto es, primeramente, ha de ser representada en un alfabeto de acceso común a todos los hablantes, aun cuando no ha de ser identificada con la usada por un determinado estrato de la sociedad.
   Por su parte, las variedades no estándar, conocidas también como dialectales o regionales, son fundamentalmente orales, polimorfas y tienen poca capacidad irradiadora.
   Atendiendo a la definición de léxico diferencial y a la de variedad no estándar, podemos reconocer coincidencias entre ambas, sobre todo en cuanto a asumir la diferencialidad y la calidad de no estándar como variantes dialectales, utilizando por lo general, entonces, como criterio para establecer la diferencia con el estándar o punto de referencia, el factor espacial, quedando sin mencionar el aspecto temporal para reconocer diferencias o semejanzas en relación con la lengua de referencia o estándar.
   En este punto debemos hacer una precisión a lo expuesto por Carriscondo (2001), en tanto ampliaremos la definición de variedad no estándar para incluir el elemento temporal; así mismo, haremos una breve discusión sobre el criterio de oralidad como definitorio para las variedades no estándar cuando tratamos de variedades históricas, lo cual permitirá calificar el español colonial venezolano como una variedad no estándar del español y justificar, además las fuentes para la constitución del corpus.
Si tomamos la definición de variedad estándar, vemos que al hacer un corte en el tiempo, el estado de la lengua de ese período difícilmente podría tener la flexibilidad y la universalidad indispensables para tal calificación. Por otra parte, es claro que no tiene ninguna irradiabilidad y, tratándose del español del periodo colonial, presenta un polimorfismo gráfico, que podría dar cabida a su concepción como variedad no estándar.
   Una de las condiciones para que el español colonial califique como variedad no estándar es la oralidad y si hacemos una evaluación de corpus que hemos propuesto para esta investigación, encontramos que la documentación que encontramos en los archivos en su mayoría constituye una versión escrita de textos orales vertidos en los folios correspondientes a diversos documentos y autos, en su mayoría relacionados con actividades propias de la administración colonial, como las visitas, los juicios, expedientes de encomiendas y testamentos. De ahí que pueda recogerse una variabilidad de formas que dan cuenta de un estado particular de la lengua en ese periodo de su historia y que, creemos justifica el tomarlo como una variedad no estándar de la lengua española, cuyo léxico es susceptible de reconstrucción histórica.
En cuanto al aspecto lexicográfico, restringimos los resultados de nuestra propuesta a la producción de un inventario homogéneo (aquel donde aparece sólo léxico no estándar, según definición de Carriscondo, 2001: 23), esto es, un vocabulario monolingüe autónomo, que si bien seguirá en términos generales el esquema de exposición propuesto para el Diccionario Histórico de la Lengua Española (Lapesa, 1992a: 51-60), se distancia de éste en cuanto a su definición y límites, tanto cronológico como geográfico y social.

   Si hacemos una evaluación del corpus que hemos de proponer para iniciar la investigación de cada tema en particular, encontramos que la documentación en los archivos en su mayoría constituye una versión escrita vertidos en los folios correspondientes a diversos documentos, en su mayoría relacionados con actividades propias, como, por ejemplo, de la administración colonial, de los juicios, expedientes, testamentos, así como repositorios documentales en bibliotecas, prensa (hemerografía), fuentes electrónicas, lexicográficas, entre otros. De ahí que pueda recogerse una variabilidad de formas que dan cuenta de un estado particular de la lengua en el periodo de la historia a estudiar y que, creemos, justifica el tomarlo como una variedad de la lengua española, cuyo léxico es susceptible de reconstrucción histórica.
   En cuanto al aspecto lexicográfico, restringimos los resultados de nuestra propuesta a la producción de un inventario homogéneo que según lo establecido por Carriscondo, 2001: 23), corresponde a un vocabulario monolingüe autónomo, que seguiría en términos generales el esquema de exposición propuesto para el Diccionario Histórico de la Lengua Española (Lapesa, 1992a: 51-60), en cuanto a su definición y límites, tanto cronológico como geográfico y social.
En cuanto al análisis, aplicaremos el método de contrastividad, que en la elaboración de obras lexicográficas diferenciales consiste, citando a Tejera (2002: 337), “... en verificar en las fuentes informativas el uso de la unidad léxica y en compararla con el uso que de esa unidad se hace en la zona que se haya elegido para elaborar la contrastividad”.
    En este punto, al ser el análisis contrastivo necesariamente hecho comparando dos usos, el particular o diferencial con otro considerado general o hablado por un universo más amplio, hemos de elegir como referencia para hacer el contraste, en primer término el DRAE en su última edición (2010) o anteriores, complementado por el Diccionario de Autoridades (Real Academia Española, 1990 (1726-59)), pues a pesar de que en esta obra del siglo XVIII solamente encontramos unos 150 americanismos léxicos, resulta un punto confiable de comparación en tanto recoge un extenso caudal léxico del español general hablado tanto en España como en América.
Se puede completar el análisis con la comparación con otros diccionarios generales (Corominas, 1990: Corominas y Pascual, 1984: Real Academia Española, 1992; Gómez de Silva, 1993; Covarrubias, 2003 (1611) y de regionalismos (Simón, 1637; Ocampo, 1969; Rivas Torres, 1980; Alvarado 1984 a y b; Tamayo, 1991; Tejera, 1993; Núñez, 1994; Morínigo, 1996; Galeote, 1997; Richard, 1997; Obediente, 1998; Osorio, 1998; Nieto, 2002; Cote, 2003; , para aclarar el significado y verificar las particularidades del uso en el español venezolano, con el sentido con el que se utilizaba en tiempos pasados y terminar por establecer su vigencia cronológica.
   Para la recolección de los datos se usarán técnicas propias de la investigación documental, lo que implica el fichaje de los términos en su contexto documental y como entrada en los diferentes diccionarios de consulta.

MODELO DE FICHA LEXICOGRÁFICA DE TÉRMINOS HISTÓRICOS

1) Palabra-Lema (en negrilla) - 2) Marca gramatical (en abreviatura y en cursiva) – 3) Definición –4 Acotación de la fuente documental (entre paréntesis) – 5) Acepciones (si las hay). Cada acepción separada doble barra oblicua (//) y numeradas (2., 3, 4, etc). (A la definición de la palabra lema no se le coloca el Nº 1, sino que se comienza a numerar con el Nº 2 a partir de la primera acepción) – 6) Remisiones (si fuere el caso) – 6) “Ejemplos contextuales” ("entrecomillados"), con acotaciones de las fuentes documentales para cada palabra-lema y las acepciones (para el caso de que las hubiere).


Ejemplos de fichas lexicográficas
Corporativismo (sust. m.) Denominación utilizada para designar ideologías sociopolíticas históricamente definidas y codificadas (Sabatini, M. et al, 1975, Diccionario teórico-ideológico). “El corporativismo, en general, afirma la superación de la lucha de clases abierta por la revolución industrial mediante la cooperación de las clases” (Sabatini (1975, p. 33). // 2. Doctrina política y social que propugna la intervención del Estado en la solución de los conflictos de orden laboral, mediante la creación de corporaciones profesionales que agrupen a trabajadores y empresarios. (DRAE, 23ª. ed. 2010) // 3. En un grupo o sector profesional, tendencia abusiva a la solidaridad interna y a la defensa de los intereses del cuerpo (DRAE, 23ª. ed. 2010).
Racismo (sust. m). Codificación de la legitimación de la superioridad de casta mediante la afirmación de la superioridad racial (Sabatini, M. et al, 1975,Diccionario teórico-ideológico) “El tradicionalismo aristocrático tiene como función ideológica la defensa del privilegio de casta. Los antecedentes de la justificación racista de la superioridad de casta (…) pueden encontrarse (…) en la polémica del conde Henry de Boulainvilliers (1658-1722) (…)” (Sabatini, M. et al, 1975, p.155) // 2. Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros (DRAE, 23ª. ed. 2010) // 3.Doctrina antropológica o política basada en este sentimiento y que en ocasiones ha motivado la persecución de un grupo étnico considerado como inferior.(DRAE, 23ª. ed. 2010).

martes, 12 de junio de 2012


ALGUNOS ASPECTOS SOBRE LA DEFINICIÓN LEXICOGRÁFICA

   La práctica lexicográfica parte del axioma de que existe por lo menos una expresión (palabra, sintagma o paráfrasis) equivalente semánticamente a la unidad estudiada (principio de sustituibilidad).
¿Qué sistema debe seguirse para definir coherentemente las palabras de una lengua?  El este caso lo lexicológico y lo lexicográfico se mezclan, por lo que las diferentes propuestas abordadas por distintos autores sean difícilmente conciliables y no siempre sirvan para elaborar diccionarios.

   De ahí que el problema de la definición ha de abordarse abiertamente desde la lexicografía y no desde la lexicología, por lo que desde esta posición se puede aplicar a la elaboración de diccionarios.
La doctrina tradicional  (Aristóteles y Boecio) parte del principio que para definir, se recurre primero al hiperónimo inmediatamente superior y después se señalan las características adicionales. Así, por ejemplo, la unidad rosa la define el DRAE como: “flor (hiperónimo) del rosal, notable por su belleza, la suavidad de su fragancia y su color, generalmente encarnado poco subido…” (características adicionales).

(Para más detalles, ver nota sobre la definición en este blog, en una de las entradas más abajo)

   Podemos agregar que pueden distinguirse entre definiciones sustanciales y definiciones relacionales:
·         Cualquier definición sustancial debe responder a la pregunta ¿qué es lo definido?, con una de estas tres posibilidades:
       a) Lo definido es tal cosa.
       b) Lo definido es no tal cosa (negación sintáctica).
       c) Lo definido es lo contrario de tal cosa.
·          Una definición relacional no alude a la sustancia de lo definido, sino a la relación existente entre esa palabra y otra que se toma como base de comparación (llamada transformador o transpositor). Es decir, las definiciones relacionales pueden estar introducidas por un transpositor relativo o por un transpositor preposicional.

Ejemplos de definiciones sustanciales: (tomados de Porto Dapena, José Álvaro (2002). Manual de técnica lexicográfica. ARCO/LIBROS: Madrid. pp. 291-292)
                                       Grito. Voz muy esforzada y levantada.
                                       Dorar. Cubrir con oro la superficie de una cosa.
                                       Madrileño. Natural de Madrid.

La definición sustancial está constituida por un núcleo perteneciente a la misma categoría gramatical de la palabra definida, acompañada de adyacentes o complementaciones.

Ejemplos de definiciones relacionales: (tomados de Porto Dapena, José Álvaro (2002). Manual de técnica lexicográfica. ARCO/LIBROS: Madrid. pp. 291-292)
                           Imparcial. Que juzga o procede con imparcialidad.
Honestamente. Con honestidad.

En este caso no hay núcleo, sino un transpositor, representado por un relativo o una preposición, cuya misión es convertir o transformar en la categoría del definido una oración o sintagma nominal.

Así que, en el caso de  la voz imparcial tenemos:

                         TRANSPOSITOR                   TRANSPUESTO
                    _________________      _____________________
                                      que                         juzga con imparcialidad
                                 RELATIVO                                 ORACIÓN


   No obstante, el deseo de recurrir al mismo tipo de definición a la hora de definir cualquier palabra choca de frente con el hecho de que las distintas clases de palabras (sustantivos, verbos, pronombres, etc.) exigen diferentes tipos de definiciones. Por esto, aun partiendo de presupuestos teóricos claros, ningún diccionario puede prescindir de forma absoluta de explicaciones, así sean enciclopédicas, como tampoco pueden operar con un solo tipo de definición.

   En principio hay dos razones fundamentales para explicar en vez de definir:
  •   Que el lema corresponda a una unidad léxica gramatical (artículo, preposición, locución preposicional, conjunción, locución conjuntiva, pronombre, prefijo, sufijo o una interjección. Todas ellas no poseen significado en sí mismas, por lo que es perfectamente legítimo limitarse a explicar las particularidades de su funcionamiento. En estos casos la información gramatical morfológica puede mantenerse aparte (prep. Se usa para…, art. Indica…) o puede entrar a formar parte de la misma explicación (preposición que se usa cuando…, enlace gramatical que indica…, nexo que…, prefijo que…, expresión que…, etc.).
  •       Al tratarse de una unidad léxica no gramatical, no se esté en condiciones de confeccionar una definición, bien sea por carecer de documentación o ser ésta contradictoria, imprecisa. Este es el caso de los modismos, refranes y otras unidades léxicas pluriverbales complejas, que a veces puede ser preferible una explicación a una definición insuficiente. Estas preferencias pueden extenderse a otros términos, pero siempre ha de haber razones para explicar en vez de definir. En el resto de los demás casos se debe definir propiamente dicho.

     Ahora bien, para poder hablar de auténtica definición es preciso que se cumpla el principio de sustituibilidad, para lo cual la definición puede reemplazar al término definido en un contexto dado y para ello definición y término definido deben pertenecer obligatoriamente a la misma categoría sintagmática. Una verdadera (y buena) definición no puede empezar así: se usa para.../ se usa cuando.../ se aplica a.../ representa.../ entendemos por.../ y otras por el estilo. 

e        Como se ve, al menos en el plano teórico, sólo debe prestarse atención a los problemas concernientes a la definición de las palabras llenas (nombres, verbos, adjetivos...) y la cuestión básica es si la definición cumple o no cumple, debe cumplir o no tiene por qué cumplir con el requisito de la sustituibilidad entre lo definido y su definición.


sábado, 2 de junio de 2012


                  



         La mujer que escribió un       
         diccionario 
           GABRIEL GARCIA MARQUEZ
        EL PAÍS  -  Opinión - 10-02-1981


Hace tres semanas, de paso por Madrid, quise visitar a María Moliner. Encontrarla no fue tan fácil como yo suponía: algunas personas que debían saberlo ignoraban quién era, y no faltó quien la confundiera con una célebre estrella de cine. Por fin logré un contacto con su hijo menor, que es ingeniero industrial en Barcelona, y él me hizo saber que no era posible visitar a su madre por sus quebrantos de salud. Pensé que era una crisis momentánea y que tal vez pudiera verla en un viaje futuro a Madrid. Pero la semana pasada, cuando ya me encontraba en Bogotá, me llamaron por teléfono para darme la mala noticia de que María Moliner había muerto. Yo me sentí como si hubiera perdido a alguien que sin saberlo había trabajado para mí durante muchos años. María Moliner -para decirlo del modo más corto- hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana. Se llama Diccionario de uso del español, tiene dos tomos de casi 3.000 páginas en total, que pesan tres kilos, y viene a ser, en consecuencia, más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y -a mi juicio- más de dos veces mejor. María Moliner lo escribió en las horas que le dejaba libre su empleo de bibliotecaria, y el que ella consideraba su verdadero oficio: remendar calcetines. Uno de sus hijos, a quien le preguntaron hace poco cuántos hermanos tenía, contestó: «Dos varones, una hembra y el diccionario». Hay que saber cómo fue escrita la obra para entender cuánta verdad implica esa respuesta. 
María Moliner nació en Paniza, un pueblo de Aragón, en 1900. O, como ella decía con mucha propiedad: « En el año cero". De modo que al morir había cumplido los ochenta años. Estudió Filosofía y Letras en Zaragoza y obtuvo, mediante concurso, su ingreso al Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios de España. Se casó con don Fernando Ramón y Ferrando, un prestigioso profesor universitario que enseñaba en Salamanca una ciencia rara: base física de la mente humana. María Moliner crió a sus hijos como toda una madre española, con mano firme y dándoles de comer demasiado, aun en los duros años de la guerra civil, en que no habla mucho que comer. El mayor se hizo médico investigador, el segundo se hizo arquitecto y la hija se hizo maestra. Sólo cuando el menor empezó la carrera de ingeniero industrial, María Moliner sintió que le sobraba demasiado tiempo después de sus cinco horas de bibliotecaria, y decidió ocuparlo escribiendo un diccionario. La idea le vino del Learner's Dictionary, con el cual aprendió el inglés. Es un diccionario de uso; es decir, que no sólo dice lo que significan las palabras, sino que indica también cómo se usan, y se incluyen otras con las que pueden reemplazarse. «Es un diccionario para escritores», dijo María Moliner una vez, hablando del suyo, y lo dijo con mucha razón. En el diccionario de la Real Academia de la Lengua, en cambio, las palabras son admitidas cuando ya están a punto de morir, gastadas por el uso, y sus definiciones rígidas parecen colgadas de un clavo. Fue contra ese criterio de embalsamadores que María Moliner se sentó a escribir su diccionario en 1951. Calculó que lo terminaría en dos años, y cuando llevaba diez todavía andaba por la mitad. «Siempre le faltaban dos años para terminar», me dijo su hijo menor. Al principio le dedicaba dos o tres horas diarias, pero a medida que los hijos se casaban y se iban de la casa le quedaba más tiempo disponible, hasta que llegó a trabajar diez horas al día, además de las cinco de la biblioteca. En 1967 -presionada sobre todo por la Editorial Gredos, que la esperaba desde hacía cinco años- dio el diccionario por terminado. Pero siguió haciendo fichas, y en el momento de morir tenía varios metros de palabras nuevas que esperaba ver incluidas en las futuras ediciones. En realidad, lo que esa mujer de fábula había emprendido era una carrera de velocidad y resistencia contra la vida. 
Su hijo Pedro me ha contado cómo trabajaba. Dice que un día se levantó a las cinco de la mañana, dividió una cuartilla en cuatro partes iguales y se puso a escribir fichas de palabras sin más preparativos. Sus únicas herramientas de trabajo eran dos atriles y una máquina de escribir portátil, que sobrevivió a la escritura del diccionario. Primero trabajó en la mesita de centro de la sala. Después, cuando se sintió naufragar entre libros y notas, se sirvió de un tablero apoyado sobre el respaldar de dos sillas. Su marido fingía una impavidez de sabio, pero a veces medía a escondidas las gavillas de fichas con una cinta métrica, y les mandaba noticias a sus hijos. En una ocasión les contó que el diccionario iba ya por la última letra, pero tres meses después les contó, con las ilusiones perdidas, que había vuelto a la primera. Era natural, porque María Moliner tenía un método infinito: pretendía agarrar al vuelo todas las palabras de la vida. «Sobre todo las que encuentro en los periódicos», dijo en una entrevista. «Porque allí viene el idioma vivo, el que se está usando, las palabras que tienen que inventarse al momento por necesidad». Sólo hizo una excepción: las mal llamadas malas palabras, que son muchas y tal vez las más usadas en la España de todos los tiempos. Es el defecto mayor de su diccionario, y María Moliner vivió bastante para comprenderlo, pero no lo suficiente para corregirlo. 
Pasó sus últimos años en un apartamento del norte de Madrid, con una terraza grande, donde tenía muchos tiestos de flores, que regaba con tanto amor como si fueran palabras cautivas. Le complacían las noticias de que su diccionario había vendido más de 10.000 copias, en dos ediciones, que cumplía el propósito que ella se había impuesto y que algunos académicos de la lengua lo consultaban en público sin ruborizarse. A veces le llegaba un periodista desperdigado. A uno que le preguntó por qué no contestaba las numerosas cartas que recibía le contestó con más frescura que la de sus flores: «Porque soy muy perezosa». En 1972 fue la primera mujer cuya candidatura se presentó en la Academia de la Lengua, pero los muy señores académicos no se atrevieron a romper su venerable tradición machista. Sólo se atrevieron hace dos años, y aceptaron entonces la primera mujer, pero no fue María Moliner. Ella se alegró cuando lo supo, porque le aterrorizaba la idea de pronunciar el discurso de admisión. «¿Qué podía decir yo », dijo entonces, «si en toda mi vida no he hecho más que coser calcetines?».
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Unas cuantos comentarios sobre el Diccionario de uso de María Moliner (DUE):

 La edición original es de 1966 de la editorial Gredos, no de 1967 como dice García Márquez. Hay una edición de 1983, que en realidad es una reimpresión de la edición original. Una segunda edición es de 1998. En el 2000 Gredos sacó una edición abreviada, en la que se suprimieron términos anticuados, desusados, infrecuentes, muy técnicos o con marcación diatópica muy restringida.
  • Tanto en la macroestructura como en la microestructura, parte en principio del DRAE, pero el diccionario de Moliner está muy lejos de ser una copia servil. El DUE está concebido explícitamente para usuarios con conocimientos del idioma, nativos o extranjeros que se desenvuelvan con facilidad en el manejo del español ( «Es un diccionario para escritores», como acota García Márquez, dicho por la propia Moliner).
  • Moliner lo llama Diccionario de uso porque distingue continuamente los vocablos de uso común hoy y los obsolescentes o desusados, lo que aumenta el valor del DUE como diccionario tanto para labores codificadoras como decodificadoras.
  • Otro mérito es que las definiciones están redactadas en lenguaje actual, sin construcciones arcaizantes y elimina muchas fórmulas definitorias del DRAE.
  • Moliner no define mediante sinónimos, sino mediante perífrasis, lo cual garantiza la ausencia de definiciones circulares como efecto nocivo en los diccionarios (los malos).
  • Lo más singular del diccionario de Moliner es el tratamiento de la información gramatical: hay ausencias llamativas cuando no da indicaciones sobre el género  de los sustantivos, salvo en nombres de género ambiguo o en casos especiales. Se encuentran precisas informaciones  prosódicas e indicaciones sobre el régimen de verbos y adjetivos. Sorprende encontrar unas doscientas entradas con lo que Moliner llama "desarrollo gramatical" y que constituyen una auténtica gramática del español dispersa a lo largo del diccionario. Es decir en el DUE encontramos verdaderas informaciones enciclopédicas en la explicación de algunas palabras gramaticales como temas de gramática, pero además una gramática original de la autora. Siempre incluye muchos ejemplos aclaratorios y nutridas referencias.
  • Las ediciones posteriores (con algunas indicaciones de la propia Moliner) han mejorado algunos aspectos de orden tipográfico y opiniones sesgadas religiosas o políticas,por lo que si antes estábamos frente a un diccionario magnífico, pero ya anticuado tanto en la macroestructura como en su orientación ideológica, ahora nos hallamos frente a un diccionario semasiológico espléndido y de uso y que contiene interesantes explicaciones gramaticales.



  El esquema básico de la estructura del corpus léxico de un diccionario consta de los siguientes elementos:

a) En su macroestructura, contiene unidades léxicas univerbales (léxico propiamente dicho) y pluriverbales, que son expresiones donde el significado se desplaza hacia otros contextos con o sin relación con su situación original.
b) En la microestructura cada término representa un lema, bien sea univerbal o pluriverbal, el cual encabeza el artículo, escrita en letras negritas, seguido de una marca gramatical, en letra cursiva y abreviada, esto para el caso de las univerbales, lo que indica qué tipo de palabra es en cuanto a su naturaleza gramatical, es decir si es sustantivo, verbo, adjetivo u otros. Las unidades pluriverbales no llevan estas marcas gramaticales. 
c) Luego se presentan las indicaciones de uso y clasificación por categoría semántica o estilística, también en letra cursiva  (como  am, cult, din, sal, suert., que corresponden al amor, el culto, el dinero, la salud y la suerte, respectivamente, tanto para unidades univerbales y pluriverbales, como se muestra en los ejemplos de artículos incluidos más adelante).
d) Posteriormente se coloca la definición propiamente dicha, la cual puede ser por descripción del objeto o la acción en sí,  por la explicación de uso o por sinonimia del término lema.
e) Las distintas acepciones o significados de la expresión se presentan numeradas (1, 2, 3,…etc.), en negrita, separadas por  barra sencilla ( / ) o doble barra ( // ), según sean los casos de unidades univerbales o pluribervales, respectivamente.
f) Cuando se presentan variantes de tipo fonético, morfosintáctico o de grafía en la palabra-lema se encierra entre comillas (“ ”) la palabra a definir en negrita.
g) En algunos casos se presenta la figura de una flecha (), que significa remisión a otra entrada, a veces acompañada de un número encerrado entre corchetes [1,2,3…n] que remite al número de acepción indicado entre los mismos.
 h) Algunas de las palabras definidas se acompañan de ejemplos contextuales y citas encerrados entre comillas (“ ”), donde el vocablo tiene su uso y función. En este caso se coloca entre paréntesis al final de la cita la referencia de origen. Las siglas y acrónimos colocados dentro de paréntesis informan sobre las referencias contextuales utilizadas y la página referida (ver ejemplos).

Las abreviaturas y símbolos utilizados se especifican con detalle a continuación, así como también las referencias contextuales 


EJEMPLOS DE ARTÍCULOS LEXICOGRÁFICOS

Onza sust cult  1 Especie de leopardo (Herpailurus yagurundi), llamado también gato cervantes. Felino americano de aproximadamente un metro de largo, incluyendo la cola, y su altura es de unos 50 centímetros. / 2 Animal en el que cabalga María Lionza, en la historia mítica. También conocida con el calificativo de danta→. / 3 Moneda de oro castellana de los siglos XVII y XVIII, cuyo valor era de 320 reales, correspondientes a 20 pesos de la Colonia y circuló en España desde la época de Felipe III hasta Fernando VII. La más antigua se acuñó en Segovia en 1615. Tenían el tamaño aproximado de un “fuerte” venezolano o de 500 bolívares (actualmente fuera de circulación).

Danta sust. cult Mamífero (Tapirus terrestris) considerado por los indígenas como un animal sagrado, que representa el cruce de razas por su perfil y carácter somático de distintas especies animales, que sin ser anfibio nada hasta el fondo de las aguas quedándose en éste si le acechaba algún peligro. Se conoce también como la temible "danta herrada" o tapir mágico, con "letreros indios" en las ancas y que sirve de cabalgadura a María Lionza. "Esta danta es invulnerable al plomo y a toda clase de armas; sólo puede ser alejada mediante específicas contras y nada valen contra ellas las oraciones cristianas" (LHDEN p. 179).

Ciervo de piedra cult Animal maravilloso de cascos de oro y caramera llameante. Su presencia es indicio cierto de la proximidad de María Lionza. «Siguió al ciervo de piedra y llegó al Palacio Encantado. Allá pudo ver a la Diosa en toda su belleza y rodeada de sus damas de honor» (MLECC. p. 39).

Cuerno de ciervo, “corneciervo” “coneciervo” cult sal 1 Líquido con sal de amoníaco, de olor fuerte, destinado a reacción corporal. / 2 Sustancia volátil que tiene la propiedad de alejar malas influencias.

Corte sust cult 1 División en la que se agrupan los espíritus. / 2 Conjunto de espíritus que poseen ciertas características o desempeñan funciones específicas, bien sean las autóctonas de nuestro país o aquellas que se denominan de acuerdo a cada nación de origen, representadas como las Cortes Indígenas Americanas, la Hindú, la Hebrea, la Azteca, la Ecuatoriana, la Árabe, la China, la Egipcia y otras. // ~africana cult Conjunto de espíritus-dioses representado por las Siete Potencias*, las cuales son: Eleguá, Olofi, Yemayá, Changó, Ochum, Obatalá  y Babalú Ayé. La Corte  Africana aparece dentro del panteón de María Lionza durante las décadas de los años 50 y 60 cuando ingresan al país santeros procedentes de Cuba y se integran a las prácticas religiosas venezolanas. // ~negra cult  Conjunto de espíritus de personas de piel negra representado en el Negro Felipe, Negro Primero, Negro Miguel, La Negra Francisca, Las Siete Potencias Africanas o Corte Africana. // ~de la Reina cult Conjunto de espíritus que reúne a María Lionza y sus hermanas: la reina Isabel y la reina Guillermina; el portero Francisquito; la niña Teresa y las niñas de la Palma y de la Flora; sus criados Juan el Grandote y Ezequiel y las damas de honor Enriquetica y Mariana. // ~de los Don Juanes cult Serie de personajes pertenecientes al imaginario venezolano, conformada por espíritus intermediarios de los dominios ilimitados sobre elementos naturales. Es la misma corte de los chamarreros y yerbateros. Forman parte de esta Corte: Don Juan del Río Yaracuy, Don Juan de las Aguas, Don Juan del Bosque, Don Juan de los Cuatro Vientos, Don Juan del Tabaco, Don Juan del Camino, Don Juan del Odio, Don Juan del Desespero, Don Juan del Volteo, Don Juan del Pensamiento, Don Juan del Viento, Don Juan de los Retiros, Don Juan del Espíritu del Tabaco, Don Juan del Tabaco, Don Juan de los Encantos, Don Juan de los Cabrones, Don Juan de la Calle, Don Juan de las Lágrimas, Don Juan del Humo, Don Juan de los Barrancos, Don Juan de la Luz, Don Juan del Dinero, Don Juan de la Suerte, Don Juan del Monte, Don Juan del Chaparro, Don Juan de los Documentos, Don Juan de los Candados, Don Juan del Desasosiego, Don Juan de las Carreras  y otros más. // ~del Libertador cult Conjunto de espíritus cuyos miembros son Simón Bolívar, el Negro Primero y los principales próceres de la independencia. // ~india americana cult Conjunto de espíritus conformado por indígenas de Norteamérica, como Pluma Blanca, Flecha Rota, Gerónimo, quien juega un papel importante en el desarrollo de las materias, Oso Gris, Toro Sentado y otros. // ~india venezolana cult Conjunto de espíritus integrado por los caciques Mara, Guaicaipuro, Yoroquí, Paramaconi, Yaguari, Chacao, Chicuramay, Yaracuy, Sorocaima, Manaure, Terepaima, Indio de la Paz, Indio Candela, Indio Siete Puñales, Yoraco, las indias Rosa y Tibisay y otros. Esta Corte se caracteriza por el conocimiento de la naturaleza, la curación por las yerbas, el uso del aguardiente, el puñal y las velas. “El indio no conoce mucho de rezos, porque no los tenía, sino que utiliza la naturaleza, la vegetación, la fauna y la flora. La Corte India se manifiesta en la danza sobre brasas ardientes y rituales con antorchas” (PV. 21-09-2003). //~malandra, “landra”, “calé” cult. Conjunto de espíritus considerados ánimas milagrosas en ascenso. Ánimas penantes que tuvieron una oportunidad y que hicieron daño o robaron para darle al necesitado. Eran materias que en vida tomaron el camino de la droga, el robo y la delincuencia, y que al morir no estaban dentro de una disciplina y por los favores concedidos a su familia o los amigos, les fueron dando una jerarquía, una elevación, por medio de luces oraciones y rezos que los han llevado a su elevación. Esta corte se ha incrementado y ha sido aceptada dentro del culto de María Lionza. Entre los representantes de esta corte figuran: Machera, Ismael Urbaneja, Luis Sánchez, Luis Virgüez, Sandoval, el Chamo Luis, el Chamo Coco, Pedro Sánchez y Yorman García. // ~médica cult sal Conjunto de espíritus conformado por los doctores José Gregorio Hernández, Luis Razetti, José María Vargas, Don Nicanor Ochoa y el profesor Lino Valles. // ~vikinga cult sal Conjunto de espíritus cuyos integrantes son el Doctor (Mister) Vikingo*, Mister Erick, el rey Olfa y sus hijas las princesas Érika  y Andaraona. Se distinguen por hacer grandes sanaciones, curaciones y operaciones. La mayoría las hacen por medio de la Corte Médica. // ~de los yerbateros cult Conjunto de espíritus que trabajan con yerbas y brebajes para efectuar curaciones. Entre sus miembros están Apolinar Campos. Lino Valles. Don Toribio Montañez, Nicanor Ochoa, Domingo Antonio Sánchez, larense que murió en la carretera de Carora y se considera además protector de los choferes.
MODELO DE FICHA LEXICOGRÁFICA
1) palabra-lema -2) Marca gramatical -3) Marca estilística – 4) Definición – 5) Acotación de fuente documental -6) Acepciones -7) Remisiones (→) Ejemplos contextuales con acotación de fuente documental)

SÍMBOLOS                                               
~  símbolo que sustituye el lema objeto de la definición
/ - //  barras separadoras de las acepciones para unidades univerbales  
              y pluriverbales, respectivamente
1, 2...n número de acepciones
remisión a otra entrada a veces acompañada de un número encerrado entre corchetes [1,2,3…n] que remite al número de acepción indicado entre los mismos
 “  ”   variante morfológica de la palabra
 « » Ejemplo contextual
(  )  Fuente consultada